martes, 28 de febrero de 2017

Fénix

Cuando el monstruo aparece debajo de la cama nos hace latir y reaccionar.
Es un aviso de que el letargo ya no es seguro, una alarma natural, el pistoletazo de salida de la oscuridad.
Queda prohibido taparse el alma con la sábana, temblar de miedo y no de ganas, callar los gritos de auxilio, dormirse y callar el trauma.
Hay que abrazar a la pena antes de que se vaya para que tarde en volver.
Hay que abrir puertas y ventanas, levantar alfombras, pintar las paredes y cambiar de casa. No hay que esperar a mañana.
Quemarse no es más que el preludio al renacimiento. El incendio es el final y el comienzo. Aprendiendo a avivar la llama y disfrutando del momento.

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