Somos disonantes, casi siempre.
Asonantes, casi nunca.
Consonantes, cuando sientes
mis constantes en la nuca.
Somos importantes, impotentes,
inconstantes sin ayuda.
Ambulantes si nos mientes,
permanentes en las dudas.
Y es que somos animales
dependientes, todo a una,
defendiendo con los dientes
lo que arañan nuestras uñas.
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