Cuando me duermo en su cama
le gusta hacernos fotos.
Y luego las descubro cuando cojo su móvil.
Qué fácil sería borrarlas de ahí,
y qué difícil de mi cabeza.
Porque cuando cierro los ojos
está ahí.
Su imagen,
su voz,
su respiración
y su olor
guardados en mi memoria interna.
Imposibles de eliminar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario