Tengo la boca llena de reproches,
de los besos que no te he dado,
de la parte de mentira que callo
al decir la verdad.
Crueldad,
que cuando nos toca
duele y cura
la soberbia.
Llevamos los ojos vendados,
esclavos
vendidos a un te amo
que nos explota
en el pecho.
No distinguimos
el dolor
del sentimiento.
Sentimos las pérdidas,
me duelo por dentro.
Lloramos de felicidad,
y morimos del cuento.
La madre de la ciencia
nunca está
cuando se la necesita.
Cuando el día me pone
a prueba
y le susurro
que no tengo nada
que demostrar.
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