miércoles, 21 de mayo de 2014

Atormentas

La tormenta de mi vida empezó la tarde en la que te convertiste en rayo
partiéndome en dos de la risa
y asustando a la niña que fui.
Me llenaste la cara de mar
y de luz el escondite
en el que te esperaba
como a este agua de mayo.
Soy más de pisar charcos que de paraguas. Frenarte nunca fue una opción y te dejé empaparme hasta los huesos
para dejarme secar por tu brisa.
Y si valoro esta mierda de vida ajetreada
es porque se que después de la tormenta
llega la calma
y después de ti, mi tormenta,
solo quiero que llegue el ocaso.
Abre las nubes
déjame ver el sol y perderme en tu (arco)iris unos cuantos ratos luz.
Quiero desaparecer en tu velocidad.

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